Como la primavera que se acerca, yo también parezco despertar. Me estiro y desperezo, crujen huesos y articulaciones con la certeza de que, poco a poco, empiezo a encauzarme. Quizá mis planes a largo plazo estén menos lejos de lo que pensaba. Queda mucha ruta, pero noto energía para transitarla, aunque el incipiente calor del cambio de estación me deja cansada, lenta, y torpe.
Algún día la creación volverá a ser fácil, rutinaria, una parte fundamental del día. De mientras, recupero la ilusión por cada vez que consigo hilar dos frases o plasmar una imagen que tenía grabada a fuego. Paso a paso: un viernes entrego un manuscrito, dos miércoles después envío otro par para concursos literarios locales, de esos a los que siempre decía "podría presentarme", pero nunca lo hacía. Estoy dejando de vivir en promesas evanescentes para aferrarme a una realidad que solo yo puedo crear, construir.
Me tomo unas breves vacaciones a mitad de mes, donde hay sesiones de cine matinal y gatitos en el regazo. Hay restaurantes, café, galletas, paseo y playa, un pequeño respiro después de no salir en meses. La mascarilla, el gel y la distancia ya es un elemento más enquistado en la rutina diaria. Respiro este primer trimestre y hago valoración: parteaguas define este año porque las cosas están girando, mutando. Estoy tomando más decisiones en estos meses que en los últimos años.
Empiezo a reconocer mis ritmos y a respetarlos aunque eso implique lo que yo antes consideraba una renuncia, una pérdida. La fuerza de la que siempre creí carecer resulta que estaba enterrada muy, muy, hondo. Una semilla que ahora resurge de cenizas pasadas. Hay cierto duelo por la persona que ya no soy, y el entorno que estoy dejando atrás porque mi resurgir busca nuevos senderos.
Reflexiono sobre la autoestima, llegar al punto de estar plena tal y como eres, no necesitar nada más que tu propia existencia y únicamente actuar por deseo propio y no presión externa. Mi valor recaía en la productividad, en hacer y hacer hasta que no quedaban más horas que exprimir y la salud se resentía. Hacer para ser, nunca al revés. Romperme en mil pedazos al no frenar porque el descanso no tiene valor social, que es lo que busco: destacar, ser protagonista en la historia de los demás pero sin darme el tiempo a serlo en mi propia narrativa. Algo tiene que ver también con la falta de valentía, la indecisión, la inseguridad, y el carecer de bondad alguna conmigo misma. La conexión conmigo misma se ha cortado y toca repararla, entonces podré sintonizar con mi interior y vivir en armonía, saber realmente qué deseo hacer y, lo más importante, hacerlo.
Empiezo a conocerme, y poco a poco me estoy encontrando en esta desvinculación que hago con el exterior. Me separo, pero al mismo tiempo me conecto más que nunca. A mi alcance se abren todas las puertas que siempre contemplé cerradas y que, en mi frustración, soñaba con abrir aunque sabía que nunca lo lograría.
«Me pregunto si, mientras damos tantas vueltas y rodeos... nos vamos perdiendo poco a poco a nosotros mismos.»
«(...) pero no es fácil portarse bien y no rechistar, es como quedarse agarrada al borde de un puente después de caer al vacío; parece que no te mueves, que simplemente estás allí colgada, pero tienes que emplear toda tu fuerza.»
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