No quiero engañar a nadie, mucho menos a mí misma, pero cuando vi la premisa de Unpacking pensé: «parece un juego a mi medida, pero seguro me aburro y desespero, no es para mí.» Oh boy, tremenda equivocación.
Fue estar 5 minutos en la primera mudanza y ya me sentía enganchada. De una tirada hice 3-4 mudanzas, viendo como cada vez tenía más objetos, más cosas nuevas y, también, menos espacio propio. No solo es el arte pixel bellísimo, los colores y las sombras, los sonidos, y la música ambiental... es todo eso y mucho más. Porque en acomodar los juegos de la infancia a los primeros platos de la cocina al independizarte, rememoro mis propias vivencias, mi propio hogar y el significado del mismo, así como de lo que acarreo conmigo. Hay una narrativa sin palabras, sutil, meticulosa. Todo habla, solo hay que saber escuchar.
¿Qué somos si no también los objetos que acarreamos hogar tras hogar, casa tras casa? La taza favorita, el álbum de fotos, el peluche de la infancia, el souvenir del primer viaje; hay recuerdos que se quedan, y otros que se van. Pienso en mi tetera azul, en los cuadernos a medio llenar que llenan mis estanterías, en el anillo de casada de mi madre que guardo en el joyero, en los pendientes que usaba de niña, las cenizas de la gata, las flores de dos entierros. Cargo cosas que algún día se romperán, se perderán o perdurarán cuando no esté. Soy todo ello, y a la vez nada de eso.
Encuentro los espacios propios en cada mudanza, y descubro rápidamente cuando estos dejan de existir. Qué importante es la habitación propia, el rincón único para ir a desconectar, a huir, a salvarse a uno mismo cuando fuera todo arrasa. Me hallo también en la evolución, el aprendizaje: cuando se muda a casa de una posible pareja que bebé café y, más adelante, arrastra consigo misma ese nuevo placer en futuras mudanzas. También somos lo que los demás nos influyen.
La compatibilidad y la cercanía también se intuyen en el orden: allí donde alguien tiene su guitarra en la pared, tu careces de sitio para tu propio instrumento, o incluso para un diploma que te acompaña desde tu mudanza en la universidad.
La canción dice: "This house is nothing but a collection of bricks" (Gustavo Santaolalla y Jarvis Cocker), es decir, esta casa no es más que un cúmulo de ladrillos. Pero en ellas habitan las cosas, y en las cosas habita la vida, porque esta se impregna y se pega como un papel pintado, perdura cual aroma.
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