Buenos días desde el inicio de mes, donde todo parece posible, incluso el levantarse tras la caída. Resurgir como la leche cuando la derramas sobre el café.
Buenos días desde las cenizas de un fuego, lo que queda de la explosión para recordar la promesa: sé valiente, sé auténtica, cree en ti misma.
Buenos días desde una mañana en la que amanecí rodeada de gatos. A veces, en días que han sido duros, por la noche vienen a la cama y se acomodan cerca de mi cabeza. Quizá filtran lo que ahí se rumia, o acompañan para que los malos sueños se queden como una irrealidad.
Buenos días desde un cielo claro, limpio; la única turbación es la incógnita de si soy la misma persona que ayer, si seré igual en la tarde como en la mañana.
Buenos días desde el color pálido de las mañanas, allí donde habitan las ilusiones por el día que está por empezar.
Tuve sueños de segundas, terceras y cuartas oportunidades; de vivir una y otra vez alterando las circunstancias, a veces con recuerdos de lo que se fue, de dónde se viene. Soñé también con gritos perdidos, de recuperar recuerdos, de abrazar una infancia arrebatada por arrogancia. Dormida, vi que las llamas llegaban hasta casa y, paradójicamente, debíamos encerrarnos aunque a nuestro alrededor todo estuviera destruido.
Por fin doy el paso y, tras más de 10 años llevando una voluptuosa melena que apenas entiendo como manejar, me he cortado unos 20 centímetros de cabello. Es un respiro hacer cambios y encontrarme rodeada de gente que los aplauden, así como mis procesos y evolución. Soy más transparente y dejo que vean lo que hago, lo que soy, porque crear en secreto nunca es tan placentero como compartirlo.
Qué importante es encontrar nuestros ratos de creación, de ir dentro y rascar hasta encontrar (aunque sea hallar el vacío, la nada, o una montaña inamovible). Encuentro que pausar es importante, pero también entender que el descanso es disfrutar de lo que nos llena. Pero cómo hallar esos momentos si ahora la creación es un negocio al que no debes desatender prácticamente ni un segundo. Qué fácil es caer en cambiar "creación" por "contenido", de sucumbir a volvernos fábricas de material en el que se incluye nuestra presencia, nuestras opiniones. No estar al día implica no ser relevante, perder existencia, flotar en la nada, y como creador que busca compartir sus obras es un peso que hunde cada vez más. El balance entre el descanso, la creación y la promoción no es fácil de hallar, menos cuando solo sé ir de un extremo a otro.
Se cumple un año de la mudanza (esa que promete ser definitiva). Entonces la reforma no había acabado del todo, no teníamos cocina, el polvo no desaparecía, el calor era infernal y los dos gatos se odiaban. Ahora todo está casi finalizado (aún hay una habitación si cortinas, falta montar estanterías y decorar paredes), el calor sigue siendo infernal y ahora hay cuatro gatos que se toleran bastante. También hace 16 años desde que crucé el océano y ahora ya llevo más vida de este lado que en la tierra donde me crie (¿hasta donde abarca la crianza si es aquí donde me he hecho adulta?).
Cierro los ojos y bebo el café con leche: tragar la bebida y todo lo que hay alrededor de esa pausa. Empiezo a encontrar la belleza en lo efímero, en las pequeñas cosas que me anclan y evitan que me vaya a la deriva. Es fácil perderse en la inmensidad de los pensamientos, de lo que no es palpable más allá de la mente. Me anclo con el café, la infusión, la lectura, la creación. Me abro a nuevas personas y experiencias, dejo de ir en modo automático y que la negativa sea siempre la respuesta por defecto.
De repente un buen día acabo con el corazón encogido: la oscuridad de la noche lo oculta, pero el incendio del horizonte está ahí y seguramente seguirá estando mañana. Me duelen todos los paisajes quemados pero nunca creí ver uno desde mi ventana. La calma del domingo se rompe por el humo, las cenizas, los helicópteros y avionetas, las sirenas. Perdemos nuestros bosques en un suspiro, lo que da aliento a nuestro hogar, a nosotros. El mundo arde.
Recopilo un par de obras como recomendación para el verano, esta época en la que, al menos yo, no soy nada fructífera y me derrito ante el ventilador. Me sumo al #BlackHistoryJuly con una serie de recomendaciones y futuras lecturas (de las cuales devoré dos durante el mes). Por otra parte, rescato dos microcuentos: Cruces y Ajeno.
«(…) somos culpables de la destrucción del planeta con nuestros actos cotidianos, pero a la vez aquello que hagamos será siempre insuficiente, puesto que nosotros solos no podemos realizar cambios de envergadura. La acción individual frente al cambio climático es como un juego al que no podemos ganar. ¿O sí? Vayamos por partes. Primero, dejemos una cosa clara: tú no eres culpable del cambio climático. Tú, al igual que yo, tienes una pequeña parcela de responsabilidad, única e intransferible, sobre la que puedes actuar, pero la carga de «salvar el planeta» no descansa sobre tus hombros.» [ Reseña aquí ]
«¿Por qué? ¿Qué importa dónde está un lugar, a menos que intentes regresar a él? Será mejor que no pienses en lo que hay aquí. Quieres encontrarte a ti misma, ¿verdad? Para conseguirlo, debes liberarte. Pensar en este lugar solo te retendrá aquí.»
Fear Street: 1994 (2021)
Fear Street: 1978 (2021)
Fear Street: 1666 (2021)
Tren a Busan (2016)
Undine (2020)
Sputnik (2020)
Podredumbre (2018) (Docu serie)
Broken (2019) (Docu serie)
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