Termino las lecturas pendientes, porque estas se han arrastrado de un mes a otro, lánguidas pero certeras. Finalizo sus letras ahora que he terminado casi el semestre, ahora que el reloj vuelve a estar en mis manos. Veo documentales, como El Silencio de Otros (2018), Los secretos de la tumba de Saqqara (2020), e incluso un reportaje sobre el transbordador Challenger (2020). Veo Estoy pensando en dejarlo y me encanta y me abruma y me desespera, así que es un poco como cuando intento entender cualquier cosa.
Sueño mucho, pero se me olvida escribir los argumentos, y al final del día estos acaban esfumándose para ser reemplazados por el siguiente. En una ocasión había un detective y un escenario que me recordaba a las películas de Ghibli. En otra ocasión iba al futuro a ver la inexistencia de la humanidad, regresando al presente en un flashback para ver cómo ésta había desaparecido. También fui un marinero recio de espesa barba canosa que luchaba contra un semidios con cabeza de pulpo, al cual le tiraba latas de refresco antes de intentar huir y casi ahogarme.
Diciembre tiene magia desde su sonoridad en cada sílaba hasta en la promesa del invierno que va a llegar. Aquí hallo introspección, me reencuentro a mí misma en los últimos días del año como si el velo que me cubriera otros meses se levantara, dejara a la luz la piel desnuda.
Veo la creación como algo más trascendental, que requiere de un observador ajeno para contemplarlo, validarlo quizá. Busco salir de mí misma y en el silencio solo hay fronteras inexpugnables. Pero me encuentro desordenada, y en el caos se me olvida seguir una rutina: eso que inicia el mecanismo cuando la energía interna está atrapada, o se diluye rápidamente porque el sistema tiene fugas que aún no se han solucionado. Soy más consciente, y veo cómo todo es una carrera cuesta arriba empujando una piedra. En su momento escribí: "todo me abruma", y así se lo dije a la persona que debía saberlo, enumerando una lista que he confeccionado a lo largo de los meses para prepararme esa visita. Bullo con intensidad en los instantes en que no puedo ocuparme de ello, y me desinflo al momento en que tengo el control de lo que hago. Me quedo rápidamente en blanco, paralizada.
Aún así conseguí escribir de nuevo sobre otro sueño, un examen de realidad. Son pasitos pequeños pero aquí sigo, a pesar de (de la vida, las obligaciones, de mí, del trastorno).
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